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4 Caminatas, 1 Bitácora

4 Caminatas, 1 Bitácora

 

Hace dos meses el mundo externo estaba desequilibrando mi mundo interno. El ambiente estaba muy tenso por situaciones completamente fuera de mi control: guerras al otro lado del mundo, política nacional y esa tensión rara que se crea en el ambiente cuando todos quieren opinar y tener la razón, pelea de egos disfrazada de “activismo online” le llamaría yo. Mientras observaba el caos recordé que lo único que realmente podemos controlar es cómo reaccionamos a lo que nos toca vivir día con día. Entonces mi reacción fue caminar. 

Muchos de los pensamientos de los que estoy más orgullosa de haber pensado los pensé mientras caminaba. Por eso decidí caminar. Caminar siempre me ayuda a calmar el ruido externo y el interno, creo que es un espacio donde ambos mundos logran vivir en armonía y donde nos podemos dar cuenta que los dos son uno mismo. También es un espacio en donde si te dejas fluir, si sueltas el control, puedes llegar a encontrar respuestas (muchas veces de preguntas que ni siquiera te estabas cuestionando). Por eso decidí caminar. 

 


Durante una semana hice 4 caminatas, todas por el bosque de Chapultepec. Cada una me mostró algo diferente, también me ayudó a estar presente. Siempre hay calma y siempre hay caos, es una decisión personal decidir dónde queremos habitar y es una decisión que se toma día con día, en tiempo presente. Ninguna es buena o mala, creo que ambas son necesarias en diferentes momentos. 

 

 

Mi primera caminata fue en una de mis partes favoritas del bosque, donde se encuentra Lago Algo, aquí mi aprendizaje fue muy literal: donde hay calma también hay caos y el ejemplo perfecto es este bosque que vive abrazado de la caótica Ciudad de México. La materialización de la teoría jajaja.

 

 

En esta primera caminata también pensé un par de otras cosas como la importancia de salir a caminar sin un verdadero rumbo para lograr anclarnos en el presente y que lo que puede hacernos sentir miedo también puede causar asombro, en mi caso fue observar unos patos y garzas tomando el sol - desde lejos - porque me da pavor ser atacada por cualquier tipo de animal volador. 

 


La segunda caminata fue por una de las partes más concurridas del bosque, en el área donde se encuentra el museo Tamayo. Se me olvidó mencionar previamente que en cada una de estas caminatas me acompañaron dos objetos muy importantes: mi cámara análoga y mi handycam. Era muy importante llevarlas ya que, con la finalidad de estar lo más presente posible, mi celular no me acompañó por estos caminos.

Al empezar a grabar el primer video con mi handycam, esta se apagó, se me había olvidado cargarla antes de salir en esta segunda aventura. Por un momento pensé en sacar mi celular (la verdad es que lo traía por cualquier emergencia pero juro estuvo en modo avión todo el tiempo!!!). Decidí no usarlo y solamente registrar esta caminata con mi cámara análoga. 

 

 

Caminé hacia el museo Tamayo con emoción de conocer la nueva exposición que se acababa de estrenar hace unos días. Afuera me encontré con unas personas protestando en contra de esta misma. Una vez más, el exterior me estaba proporcionando cierta información y (una vez más) lo único que estaba en mi control era mi reacción hacia esta. 


Entré al museo (sin entender muy bien por qué estaban protestando afuera) y me encontré con unos amigos, que me explicaron que en el día de estreno unos perritos fueron parte de un performance y las personas que estaban afuera estaban denunciando al museo por abuso animal. Después ocurrió algo muy curioso, en otra de las salas, independiente de dicha exposición, había una curaduría que hablaba sobre la globalización y uno de los textos museográficos comentaba (parafraseo) que “la forma en que empleamos el lenguaje crea nuestra realidad e incluso nuestra identidad”. Para las personas que estaban afuera lo que la artista hizo en ese performance era “abuso” para otros era “arte”, el uso del lenguaje crea nuestra realidad.  

 

 

Las personas siempre tendrán un punto de vista, ya sea en el arte o en la política, y cada una de estas van a usar el lenguaje a su favor para tratar de transmitir su mensaje. En mi opinión, el reto personal es observar toda esta información externa que se nos está dando, tomarnos el tiempo de digerirla (sin necesidad de tener una reacción externa inmediata) y crear nuestro propio punto de vista. Entre más puntos de vista, el mundo se vuelve más interesante, ¿no?

 

 

La tercera caminata iba a ser subir al castillo de Chapultepec, creo que esta era la que más me emocionaba ya que tiene muchos años que no voy y me encantan las vistas de la ciudad desde ahí. Pero estaba cerrado. Muchas veces las cosas van a pasar diferente a como lo planeaste, tu cámara se va a quedar sin pila y el museo que querías visitar va a estar cerrado. Tener una guía es importante así como también es importante no seguirla al pie de la letra y redirigir cuando es necesario. 


Entonces me dirigí al Museo de Arte Moderno. Visité cada una de las salas y también el jardín, al cual nunca había entrado. Me sentí muy en paz a pesar de que la locura externa estaba en su momento más crítico. Caminar entre arte y entre naturaleza tiene efectos muy parecidos, calma, revela y acomoda. En esta ocasión me reveló que saber observar es un gran regalo, intentar cosas nuevas también, ambas acciones dependen la una de la otra. Me emociona pensar en un mundo donde no vivimos a la defensiva, en modo supervivencia y constantemente sobreestimulados, una realidad en donde por medio de observar entendemos nuevas maneras de pensamiento que nos llevan a intentar algo nuevo o diferente (al menos para nosotros), a girl can dream

 


La cuarta y última caminante casi no se logra. Estaba muy ocupada resolviendo el caos, pero recordé que aún en el caos, siempre hay espacio para la calma y me encaminé al jardín botánico de Chapultepec. 

 

 

Esta caminata me enseñó que no siempre vamos a regresar con una nueva idea o pensamiento, a veces es importante caminar solo para despejar. También me enseñó que es importante terminar lo que prometimos hacer (ya sea a otros pero también a nosotros mismos), que en el camino siempre van a surgir cambios o que incluso nos va a llevar a lugares muy diferentes de los que pensábamos. 

 

 

También es posible que mientras caminemos, nos cuestionemos si realmente queremos llegar a donde al inicio del camino nos dirigíamos, esto es perfectamente válido, tomar pausas para tomar una decisión también. 


En otras ocasiones llegar nos va a tomar más tiempo de lo que pensábamos, lo importante es seguir caminando, avanzando e integrando. Viviendo. Entendiendo que el mundo externo y el interno son solo un reflejo del otro (aún cuando no lo parece) y que en él cabe el caos y la calma y todo al mismo tiempo.


El mundo siempre está en constante movimiento, por eso es importante caminar. 

 

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