A inicios de este año, en un momento completamente random (estaba sentada con mi cabeza reclinada para atrás en una de esas cosas donde te lavan el pelo en la estética jaja), hice consciente que algún día me iba a morir. Digo consciente porque creo que es algo que todos sabemos ya que desde pequeños nos enseñan en la escuela el “ciclo humano”: naces, creces, te reproduces y mueres, pero una cosa es saber algo y otra cosa es hacerla consciente.
Al hacer algo consciente lo entiendes no solo con la mente si no con todo lo que te integra, ya sea que lo quieras llamar cuerpo, alma y espíritu o lo que mejor se te acomode. Para mí, el hacer consciente mi propia muerte fue sin duda lo que definió mi 2022 y creo que lo más importante que aprendí es que lo único que tenemos es el ahora, este largo ahora al que le llamamos vida, this space in between.
La verdad es que no fue un proceso fácil hacer las paces con esta nueva información. Aparte de hacer consciente mi propia muerte, unos meses antes, por medio de uno de los eventos más traumáticos que he tenido que vivir, entendí que la muerte también puede ser repentina y que son sucesos que te cambian la vida para siempre.
Es una realidad que después de vivir un evento traumático, la vida y tu percepción de ella nunca vuelve a ser la misma y está bien, pero el canalizar y digerir todo lo que dicho evento te enseña puede ser un proceso cansado. Personalmente, la muerte era un tema al que nunca le había dado tiempo y espacio y que se me presentara de una manera tan abrupta me llevo a tener cierto grado de estrés post traumático, no podía recibir una llamada inesperada sin pensar que algo horrible había pasado, por poner un ejemplo. También el hacer consciente mi propia muerte ha sido un proceso pesado, hubo días que despertaba y sentía que nada valía la pena, para qué echarle ganas a la vida si como quiera un día todo iba a acabar? Hoy entiendo que más bien lo importante es dedicarle nuestro tiempo a lo que nos llena, buscar una manera de que la realidad que vivimos y la que nos gustaría vivir se acerquen lo más posible pero al mismo tiempo no tomarnos nada tan en serio (recordar que la dualidad es balance) porque al final, todo va a terminar. El chiste es disfrutar y aprender de lo que se venga, fluir también.
A veces pensar en mi muerte puede ser liberador y en otros momentos también puede ser completamente abrumador. En esos momentos que se siente liberador busco agradecer y disfrutar del momento presente, de los pequeños grandes momentos que nos regala la vida. Por otro lado, los momentos abrumadores tal vez nos puedan ser muy incómodos, pero hoy los encuentro igual de valiosos que los momentos de libertad, porque me han llevado a la curiosidad y a aprender miles de cosas que no tenía idea que existían como también me han enseñado lo valiente y resistente que el ser humano puede llegar a ser.
Una de mis primeras reacciones hacía hacer consciente mi muerte fue buscar información sobre qué pasa después de morir. Creo que esta es la principal razón por la que nos puede dar tanto miedo la muerte, porque nadie ha vivido para contarlo. Cualquier evento, por más traumático que sea, siempre puedes acudir a personas que han tenido experiencia parecidas y que desde su experiencia, te cuenten que viene después, pero en el caso de la muerte eso no existe, es dirigirte completamente a lo desconocido. En este proceso de incomodidad y curiosidad he descubierto miles de lecturas, libros, teorías (que les compartiré durante estas semanas) que me han hecho sentir paz, pensar que después de esta vida pueda existir otro tipo de vida completamente diferente a lo que conocemos como humanos y que algún día las podré habitar. Creo que mi mayor temor al hacer consciente mi muerte era que al morir viniera la nada pero investigar sobre qué pasa después de la muerte y encontrar teorías sobre vidas pasadas y futuras me ha ayudado a estar tranquila hoy.
Creo que nunca podremos estar completamente seguros que el vivir más de una vida sea una realidad, al menos no mientras vivamos esta vida humana, pero al final es algo que HOY me da paz. Pensar tanto sobre la muerte durante todo este año me ha llevado a esa conclusión: la importancia de estar presente, de vivir el HOY.
Cuando recién había pasado el suceso en esa silla en una estética, fui con mi terapeuta energética a hacerme una limpieza de rutina. Obviamente le conté sobre lo que había pasado y le explicaba que se me estaba haciendo muy difícil digerir esa información. Recuerdo que le decía que aunque yo creo que vivimos muchas vidas diferentes, me entristecía la idea de algún día dejar de ser yo, a lo que ella me contestó: pues ahí tienes tu respuesta, vive el presente al máximo, es lo único que puedes hacer. La verdad es que yo ya sabía que eso era lo único que podía hacer pero aún no lo hacía consciente, así como antes ya sabía que me iba a morir y no lo había hecho consciente hasta principios de este año. Tuve que adentrarme a un largo proceso para poder llegar a hacerlo consciente, un proceso de no solo pensar con la mente si no de entender con todo lo que me integra como humano.
Este space in between llamado 2022 ha esta lleno de días felices, otros no tanto, días de sentirme plena y otros de tener muchísima ansiedad. También pase por momentos en que no entendía para qué estaba viva, cual era el sentido de vivir y otros días de completa claridad. Ha sido (y sigue siendo) un proceso largo y pesado pero también un proceso que me dio muchísimo y que creo me ha transformado a una persona completamente diferente a la que era en el 2021, una persona más amplia, más consciente. Una persona que ha entendido que la experiencia humana se trata de sentirlo y vivirlo todo como venga, pero presente.
Tenemos todo este space in between llamado vida, un espacio con, aunque suene cliché, posibilidades infinitas, tantas que hasta en días no tan buenos nos pueden llegar a abrumar.
¿Qué vas a hacer con all this space in between?
BTW esta frase de “all this space in between” la tomé de la película Before Sunrise, veanla si aún no lo han hecho :).