Escrito y fotos por: Cinthya Roura
Para mi el otoño se siente como iniciar por enésima vez Gilmore Girls. Nostálgico, acogedor y con expectativa constante por el siguiente café. Los árboles poco a poco van cambiando su color, el viento comienza a sentirse frío y podemos al fin vivir nuestro sueño londinense (o algo similar) y desempolvar nuestras botas, suéteres y sacos.
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Será que nací en Octubre y eso lo vuelve especialmente nostálgico, pero los últimos meses del año me recuerdan mucho a mi infancia y me hacen reflexionar sobre todo lo que he pasado a lo largo de mis 25 años. Vuelvo a sacar el álbum de las mil y un fotos que mi mamá me tomó de niña con la cámara análoga que cargaba para todos lados con ella y me doy cuenta que tal vez por eso me gusta tanto capturar momentos.
Escribo esto sentada desde una cafetería al aire libre en donde los pájaros bajan ocasionalmente con la esperanza de encontrar una migaja o dos. Estoy rodeada de mesas en donde amigxs hablan sobre novedades en sus vidas, algunas otras en donde se disfruta de la compañía de un libro y otras más en donde diferentes generaciones se juntan a divagar sobre la vida. 
En mi mesa yo tengo conmigo mi laptop, un latte que probablemente no me termine, el libro “Devotion” de Patti Smith (que bien podría llamarse nostalgia), una libreta y pluma para escribir pendientes y por supuesto mi cámara que está en espera constante de ser encendida y comenzar a hacer todos los sonidos que hace al prenderse o modificar el zoom. La cámara es de esas que necesitan un rollo que te ofrece treinta y seis oportunidades distintas de capturar lo que te rodea. Treinta y seis fotografías que solamente voy a ver una vez que, por arte de magia y juntando muchos químicos, sean reveladas y enviadas a mi correo. La ironía de la nostalgia en la era postmoderna.
Capturar todos estos momentos con mi cámara o celular a lo largo de los años me han ayudado a ver lo mucho que he crecido, no solamente literalmente pues mi edad va aumentando, sino también artística y emocionalmente. Es lindo ver qué sujetos han sido recurrentes en mis fotos y cuáles han ido cambiando o la forma en que construía una imagen antes y la manera en que lo hago ahora.
Ver hacia atrás no necesariamente tiene que venir cargado de emociones negativas. Para mi ver hacia atrás es comenzar a sanar momentos no tan bellos de mi pasado y aprender a apreciar todos aquellos que sí lo fueron. Es ver a la Cinthya de antes y darme cuenta que de una forma u otra estoy cumpliendo sus sueños.
