Por Emilia Sosa
Siempre me he considerado una persona intensa. Desde que estaba muy pequeña me decía a mi misma que “no era normal” la manera en que sentía todo lo que me pasaba, me repetía diariamente que “no estaba bien” tirarme en la cama días llorando solo por el menor incidente, “no era normal” tener picazón en todo el cuerpo o sentir que me ahogaba al ponerme nerviosa por una simple exposición, “no era normal” explotar de felicidad un rato para luego sobre analizar la situación y regresar a mi estado natural de tristeza, inevitable tristeza.
Aleje a varias personas de mi vida por esta misma intensidad, porque estar conmigo aveces se siente como una montaña rusa, en la que te subes a mi lado recorriendo todos mis sentires y desde la cima te das cuenta que prefieres ahorrarte el pesar de tener que volver a bajar.
Pase varios años sintiéndome culpable por mi manera de sentir, rechazándola y acumulando todo solo para no ser vista como la morra más intensa del mundo (aunque ahora sí reclamo ese apodo con orgullo).
No fue hasta que entré a terapia que aprendí a ser una misma con mi pesar, me di cuenta de que es importante conocer tanto lo bueno como lo malo de ti. Es importante llevarte bien con el hecho de estar triste, poder hacer tu día completo con tu tristeza al lado, sacándole conversación, compartiendo con ella una taza de té, escucharla desahogarse y anotarlo todo en papel, dejar que te agarre de la mano cuando haces arte, y lo más importante, presentarla a las personas que te rodean.Lo peor de ser una persona que siente mucho no es todo lo que esto emocionalmente conlleva, si no crecer en una sociedad que no siente lo suficiente, que no esta preparada para hacerse amiga de su tristeza.
Y este texto no se trata de romantizar la depresión o el estar mal, si no de romper este estigma de que estar triste es lo más bajo que puedes caer o eres un ser miserable por sentirte así. Yo soy una mujer triste y todos los días batallo con mi propio cerebro y le echo la culpa por no ser balanceado en químicos, pero cuando doy un paso hacia atrás y me examino, puedo comprender que es parte de lo que soy, si no hago las paces con mi tristeza nunca las haré conmigo misma, porque ocupa gran parte de mi vida diaria.
A veces también siento que nunca se irá, pero si algo he aprendido es que la tristeza no es para siempre, viene a saludar, nos ayuda a crecer y se aleja.
Siempre estará esperando para volver a nosotras y aquí estaremos recibiéndola con su té favorito en mano.
2 comentarios
Muchas gracias por compartir tan bello escrito, son palabras que necesitaba leer y llorarlas junto con mi incansable amiga tristeza que últimamente se ha vuelto mi fiel compañera a la que abrazo con mucho amor por tanta enseñanza.
De nuevo muchas gracias Emilia Sosa.
Excelente escrito y cuanta verdad, la tristeza es una emoción que nos ayuda a crecer.
Felicidades Emilia Sosa