A Rebe la conocimos durante los primeros meses de la pandemia cuando una amiga nos recomendó unirnos a su taller de poesía online y más allá de un taller se volvió en un espacio mágico para compartir y crear.
En ese entonces Rebe estaba regresando de Nueva York en donde estudió su maestría en Creación Literaria y nos encanta ver cómo se ha desarollado su historia desde entonces. Se denomina como una "entusiasta de las cosas sencillas" y por eso la amamos tanto.
Checa la padrísima plática que tuvimos con ella acá.
¿Recuerdas el momento en que comenzaste a escribir? Hubo algo o alguien que te inspirara a iniciar?
Comencé a escribir desde muy chica. Recuerdo vívidamente jugar “a las rimas” con una vecina muy linda de mi calle: cada una decía una palabra y el reto era escribir todas las palabras que rimaran con ella en el menor tiempo posible. Después, recuerdo escribir poemas en una libreta en específico (poemas muy malos, por cierto, no quisiera leerlos ahora jaja) sobre cosas que me pasaban o que veía. También recuerdo un diez de mayo regalarle a mi mamá un álbum de fotos que en lugar de fotos tenía poemas metidos en los sobrecitos de plástico, poemas que le escribí a ella. Creo que mi mamá siempre ha sido una de mis inspiraciones más grandes. Me leía poemas desde que tengo memoria. Conforme he avanzado con mi práctica, me sigo encontrando a mí misma escribiendo sobre ella o para ella. Hasta cierto punto, creo que todos mis poemas son para mi mamá.
Cuéntanos de tu proceso creativo, ¿tienes algún safe place?
¡Sí, tengo un safe space y lo amo! En el departamento que comparto con Aldo, mi novio, elegí que la recámara fuera también mi estudio, (él es músico, así que creo que hubiera sido un poco extraño que fuera al revés y durmieramos rodeados de instrumentos jaja) así que me tocó, como muchas veces en mi vida, encontrar la manera para hacer que el lugar que funciona para dormir, funcionara también para crear. Poco a poco fui colgando cositas: un móvil con poemas por aquí, un poster por allá, una impresión de una foto que adoro de Graciela Iturbide, un escritorio donde me sintiera cómoda, etcétera… Después pasó algo muy chistoso: descubrí que no me gustaba escribir poemas en el escritorio, entonces puse un tapete de yoga acolchonadito y un baúl en el que guardo una muñeca para usar como “mesa” y ¡tarán! ese pedacito del cuarto es mi lugar favorito del mundo.
Mi proceso creativo consiste en despertarme temprano, hacerme un café y escribir mis “páginas matutinas”: un ejercicio de la psicoanalista junguiana Julia Cameron que consiste en escribir tres páginas a manera de escritura automática (lo recomiendo muchísimo, es muy sanador). Después, hago alguna meditación cortita y algunas afirmaciones (soy muy cursi y me encantan las afirmaciones, creo mucho en ellas) y después empieza lo bueno: leo uno o dos poemas de alguien que me inspire, e intento escribir por alrededor de una hora. Muchos días no sale nada bueno, más bien, la mayoría, pero de todas formas lo hago. Para mí son muy importantes los rituales.
En tu colección de poemas: Oscilo entre ver mi teléfono y verte a ti, hablas sobre “los objetos cotidianos y corrientes”, ¿qué es lo que inspiró que volvieras tu mirada a ellos?
Siempre me ha atraído la vida cotidiana. Me encanta que las personas me cuenten sus vidas, pero ni siquiera tiene que ser la parte “interesante” de la vida, como los amores y las peleas y todo eso, sino que también me gusta mucho que me cuenten qué comieron ese día y cuál es su ritual nocturno, cómo saben qué día lavar la ropa, cómo se organizan para limpiar sus casas, etc… no sé por qué pero siempre he sido así: los seres humanos me caen muy bien (por lo general, jaja) y me parece que somos criaturas mega tiernas de la vida mundana. Ahí es cuando entran los objetos, los objetos me interesan porque me interesan los seres humanos: creo que los objetos revelan mucho de cómo somos las personas y por qué hacemos lo que hacemos y qué hay detrás de este gran misterio que es existir… Estoy convencida de que en la vida de todos los días yacen muchos secretos de la vida del pensamiento. Además, me gustan mucho los poemas que hablan sobre cosas “concretas”, es decir, cosas que podemos ver u observar, como una taza, una silla, o una computadora, por ejemplo, y combinarlos con fenómenos “abstractos”, es decir, esas cosas más densas que nos cuesta más trabajo definir porque no las podemos ver, tal y como el amor, la muerte, la soledad… escribir sobre objetos me abrió este campo infinito.
Además de escribir para revistas o proyectos personales, también comenzaste un libro para que las personas puedan aprender español por si mismxs. ¿Qué detonó la idea de este proyecto?
Así es. A partir de la situación de emergencia que comenzamos a vivir en el 2020, muchas personas nos dimos cuenta de que era muy difícil que las infancias pudieran tener un aprendizaje significativo a distancia. En ese sentido, junto con más de 50 voluntaries, desarrollamos un libro de texto gratuito para la materia “español” correspondiente a los grados 4to a 6to de primaria. Sin embargo, cualquier persona, sin importar su edad, puede aprovechar este material. Debo decir que me siento muy contenta con el resultado, el libro contiene “premios literarios” que fueron donaciones de distintas escritoras y escritores, así como información para llevar a cabo meditaciones de atención plena y, por supuesto, todo lo que se necesita para aprender, desde cómo organizar una oración, hasta las mejores estrategias para escribir un texto expositivo. Muy pronto estará disponible para su descarga, en este momento estamos recaudando fondos para poder imprimirlo y distribuirlo.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere comenzar a adentrarse en el mundo de la literatura?
Creo que mi consejo sería este: “escribe todos los días”. Si tienes el deseo de dedicarte a la escritura y de publicar, entonces, es muy importante que lo tomes en serio, casi como si fuera una práctica espiritual. Aunque sea tres minutos al día, pero escribe y verás como mientras más llamas a la escritura, más viene a ti.
Otro consejo que daría es: “no te preocupes si te rechazan de algún lugar”. Alguna vez una maestra maravillosa me dijo que ella siempre busca al menos cien rechazos al año, ya sea de premios, concursos, de enviar sus manuscritos, de publicar en revistas, etcétera. Para ella, mientras más nos rechazan, más estamos intentando, por ende, mejor nos irá. Creo que ese es uno de los consejos más poderosos que me han dado. Siempre lo sigo.
Entrevista por: Cinthya Roura
Foto de portada por: José Antonio Gaar