Me llamo Andrea, tengo 20 años y me choca mi nombre. Esta cuarentena me di cuenta que me encantan las artes visuales (algo bueno tenía que traer, creo), cuando comencé a subir mi arte realmente nunca creí que me fuera a apasionar tanto.
Todo surgió porque en marzo del año pasado compré una libreta en miniso y nunca la tocaba, porque está bien chula y me daba miedo destruirla, spoiler alert: ya está toda rota. Seis meses después, exactamente el 21 de septiembre (lo sé porque todos mis escritos tienen fecha y hora, es como un ritual) comencé a escribir como método de desahogo, drenarme en el papel se sentía como ponerme un curita en el corazón. Al principio pensaba en que se quedará todo ahí, encerrado bajo la solapa azul con una sirena, me daba muchísimo miedo que me leyeran. No me gustaba sentirme vulnerable y nunca creí ser lo suficientemente buena o que a alguien le importaría; a fin de cuentas solo era (y sigo siendo) una morra que gustaba de llorar y enojarme y frustrarme para después escribirlo.
Cuando nos vimos obligadxs a encerrarnos estuve piense y piense y piense en por fin compartir mis pensamientos, pero esa idea de desnudarme frente a la banda del Instagram me aterraba muchísimo, después de miles de Andreas en contra, hubo una, cuya razón fue más fuerte que la de las demás “hazlo porque te gusta, porque quieres y porque se te da la gana”. Esa voz se fue haciendo cada vez más grande en mi cabeza hasta que apagó todas las demás. Elegir el nombre fue un rollo, pero me decidí por ansinsal porque es como “pansinsal” y fue del creerme nadie que nació todo esto.
Sabía que quería hacerlo esporádico, subir los textos directo de la libreta, en pieles, en collage, en dibujos, en el cielo, etcétera y de ahí nació el amor por crear letras tangibles, visuales. Antes creía que yo era una persona meramente visual, pero también me vuelve loca el sentido del tacto. Llenarme de pegamento, recortar, pintar con las manos, la piel. Considero que todo lo que hago y haré lleva se lleva un cachito de mí y de mi “fuego interno” (algo más que descubrí esta cuarentena). Siempre escribo cuando estoy triste o escuchando rolas tristes, de una u otra manera la tristeza siempre me ha acompañado en mis procesos y creo firmemente que a partir de estos sentimientos que muchas veces relacionamos con algo negativo, pueden salir cosas muy chidas. A fin de cuentas, nos obligan a echar los ojitos a nuestros adentros y descubrir la inmensidad en lo que somos y podemos ser.
¿Qué sentimientos vienen a ti cuando piensas en el domingo?
Cuando pienso en domingo la palabra “reinicio” me taladra la cabeza, porque es obligarme a pensar en toda la semana terminada y la nueva que se viene. Es como tener esa nueva oportunidad que siempre queremos por fin en nuestras manos, pero se siente como agua y escurre un chingo, entonces o nos empapamos en ella o se nos sale por completo de las manos. Todo depende de nosotres y esa incertidumbre agüita un montón.
¿Cómo te sientes ahora que hiciste tu trabajo público?
La neta estoy bien agradecida por todo el apoyo de la banda, al principio si me ganaba la pena, casi no subía historias porque me daba miedo ser molesta, pero creo que conforme han pasado los meses ya son bien confianzuda jaja. Me gusta mucho expresarme y eso le gana a cualquier otra cosa negativa que llegue a pensar. La vulnerabilidad es parte de crecer, hay que hacernos chiquites para admirar lo que somos desde otras perspectivas.
¿Hay piezas que prefieres mantenerlas para ti?
Realmente no, una de las primeras cosas que publiqué y que justamente tenía que ver con la tristeza, era algo que creí que se iba a quedar entre las hojitas porque era muy personal y no solo era mío, también pertenecía a las personas que me describieron su tristeza. Publicar ese post me ayudó mucho a soltarlo y dejar ir todos esos sentimientos que a pesar de que ayudan, nunca es bueno ahogarse en ellos.
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¿Qué sería de ti sin la tristeza?
Una vez escribí que la tristeza me demuestra que soy capaz de sentir más allá de mis posibilidades, porque seamos honestas, cuando estamos tristes no son lágrimas y ya. A la tristeza la acompañan una ola de sentimientos, dolor, vacío, incertidumbre, miedo. Entonces siempre dejo que me rompa, porque (algo que aprendí esta pandemia) es que crear a partir del dolor te llena, te sana, como ponerte un curita en el corazoncito.
Sin la tristeza (creo yo) que no habría ni un texto en mi libreta, porque fue justo uno de esos días de bajón que me animé (por fin) a escribir.
Te dejamos la cartita que Andrea preparó para todes nosotres.
Conoce más de el trabajo de Andrea en su cuenta de instagram @ansinsal