Por: Aryana Vega (@serdelmar_)
Desde que tengo memoria, me invadía una extraña sensación de no pertenencia. Mi mente y alma sentían que no había espacio suficiente para ellas en el cuerpo. Parecía que siempre faltaba algo. Añoraba una vida que no sabía si existía, como si me hubieran arrebatado una parte fundamental de mi historia y no sabía muy bien a dónde se fue.
No era posible explicarla, aquella nostalgia olvidada. Aun así, ahí estaba, cada día, cada noche, especialmente cada madrugada. En muchas ocasiones, intentaba con vehemencia buscarme. ¿Dónde estaba? A ratos, si tenía suerte, veía destellos de mí en ciertas personas, en ciertos lugares. Pero así como brillaban con la fuerza de lo fugaz, desaparecían en el mismo parpadeo, dejando solo pizcas de polvo atrás.
Un día me canse. Me cansé de percibirme cenizas y comencé el camino a habitarme. El primer paso fue identificar(me) así como las piezas que componían mi totalidad. Reuní fotografías, viejas cartas, flores secas. Recorrí memorias y me vi a los ojos, al menos cinco minutos al día, todos los días. Me vi cómo tanto buscaba ser vista. Poco a poco comencé a reconocer(me).
Después empecé a desempacar todo aquello que cargaba y vaya qué maleta. Dispuse soltar cada fragmento que ya no formaba parte de mí, así como las historias que me contaba constantemente, las cuales ya no quería repetir. Desde ahí mi historia fue reescrita, un poco más alineada a quien soy y a quien busco ser. Aún sigo escribiendo. Soy una obra que jamás terminaré.
El siguiente paso fue buscarme dentro de mi soledad y escuchar lo que tanto me intentaba decir. Es curioso cómo nos habitamos (y en ocasiones dejamos de hacerlo) a través de los sentidos; escuchándonos, observándonos, sosteniéndonos. Es trascendente saber que podemos regresar a nosotrxs a través de esos receptores, cada vez que sea necesario.
Cada día aprendo más sobre lo que significa ser. Cada día defino nuevamente lo que vuelve a representar. Me siento conmigo en silencio, documento mis pensamientos, busco pasión en lo que hago y me dedico a observar. Escribo palabra por palabra, con mar y con calma, sin prisa ni urgencia. Entiendo que estoy justo donde debo y eso es lo que más me ayuda a estar.
Sé que no hay una fórmula exacta que defina los pasos que podemos tomar para reencontrarnos con quienes somos, especialmente cuando todo parece una nube de confusión y añoranza. Cada quien conecta con caminos distintos; sin embargo considero que todxs, solxs y acompañadxs,
podemos tomar pequeños pasos que nos recuerden lo que es habitarnos, habitarnos de verdad. Así que recuerda, si te sientes perdidx, solo vas en camino de regreso. Vas de regreso hacia ti. Eres tu propio hogar y siempre estás ahí.